18 de Mayo de 2009
Apoyo oficial al juez acusado de
perjudicar a De Narváez
Aníbal Fernández
dijo que es "estúpido" pensar que Faggionato presionó a un
preso
![](http://www.lanacion.com.ar/anexos/fotos/17/998817.jpg)
Faggionato Márquez, juez federal de Zárate Campana Foto:
Archivo
El Gobierno cerró filas ayer con el juez federal de Zárate
Campana, Federico Faggionato Márquez. Tanto el ministro de
Justicia, Aníbal Fernández, como el magistrado restaron
credibilidad a la denuncia de un preso por tráfico de
efedrina, Mario Segovia, que había asegurado que Faggionato
Márquez lo había presionado para involucrar en el
narcotráfico al candidato a diputado nacional por Unión Pro
Francisco de Narváez.
"Son estupideces que quiere plantar para mejorar la
performance, o como diría Discépolo: «En el mismo lodo todos
manoseados»", dijo Fernández.
Además, advirtió: "[Las declaraciones de Segovia] hay que
ponerlas en el lugar que corresponda y no tratar de
emparejar a todo el mundo por los dichos de un
narcotraficante".
Segovia, patrocinado por el abogado Mariano Cúneo Libarona,
denunció que Faggionato Márquez le había ofrecido mejorar su
situación procesal y beneficiar a su padre y a su cuñado,
prófugos en la causa, si ligaba a De Narváez con las drogas,
tal como informó LA NACION en su edición de ayer.
De Narváez aparece mencionado en la causa del juez Faggionato
Márquez porque se detectaron cuatro comunicaciones desde un
teléfono a su nombre a uno de Segovia. El candidato dijo que
ese aparato estaba en poder de Danilo Coronel, empleado suyo
de un establecimiento rural. Ayer, el peón declaró como
testigo ante Faggionato Márquez. Dijo no conocer a Segovia
ni recordar haber hecho esas llamadas. Fernández insistió
en que, a raíz de esas llamadas, De Narváez "va a tener que
declarar; no tiene otro remedio".
Lo cierto es que ya lo hizo mediante un escrito presentado
hace una semana en el que aportó los datos sobre Coronel. El
juez intentó quitar seriedad a las denuncias de Segovia.
Dijo que son "un invento payasesco".
Ratificó, en cambio, que "es un hecho" que hubo llamadas de
Segovia en 2006 a teléfonos "de la flota" de De Narváez,
aunque aclaró que el candidato es sólo "un testigo" y no un
imputado en la causa.
En realidad las llamadas son en sentido contrario, desde el
celular que usaba Danilo Coronel al de Segovia. Anoche el
juez aclaró que se había confundido.
La denuncia de Segovia quedó radicada en la Cámara Federal
de San Martín y en el Consejo de la Magistratura, donde está
siendo investigada la conducta de Faggionato Márquez.
"No permitiría que alguien involucrara a otra persona
forzadamente, habría que medir la credibilidad de estas
declaraciones. Es un poquito payasesco", afirmó el juez.
El magistrado admitió que puede "haber gente que quiera
aprovecharse" de titulares en los medios vinculando al
empresario con la efedrina, pero subrayó que "de una manera
u otra, le guste a quien le guste, el diputado De Narváez,
por lo que se ve en las proyecciones, va a renovar su banca"
en la Cámara baja.
Sus dichos distan mucho de los que hizo la semana pasada,
cuando afirmó que la presentación del empresario en su
juzgado era "estéril". "No se despega así nomás", había
dicho el juez.
Reconoció, no obstante, que el 5 de mayo pasado hubo una
audiencia con Segovia en su juzgado, pero comentó que se
había tratado de una ampliación de su declaración
indagatoria y que no se había hablado allí del candidato a
diputado nacional bonaerense.
En todo caso, señaló que las denuncias en su contra son casi
gajes de su oficio cuando se investiga a narcotraficantes.
El que defendió a De Narváez fue su socio en la alianza
electoral Mauricio Macri, que reclamó jueces independientes.
Sostuvo que la gente reclamará en los próximos comicios la
"independencia de los jueces", para que no ocurran más
denuncias como las de Segovia. "Frente a casos como ésos, la gente se pregunta: «¿En qué
país estoy?» Y se responde: "No quiero este país así, quiero
una justicia independiente", dijo Macri.
Y añadió: "La sociedad quiere un país ordenado que no dé
lugar a denuncias como se ve en la tapa de LA NACION, donde
todos sabemos que Francisco no tiene nada que ver con la
efedrina. Y lo que es grave es que Segovia, un acusado,
entra en el tema para decir que «el juez me aprieta» para
que ponga a De Narváez como imputado".
Lejos de la polémica, Segovia, en prisión, prepara una
ampliación de la denuncia contra el juez, por supuestas
maniobras irregulares.
Hernán Cappiello, en su nota para el
diario La Nación.
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NOTA
RELACIONADA:
Federico Faggionato Márquez, un juez en la
campaña
El magistrado que
acumula el récord de 36 pedidos de juicio político cobró
notoriedad al tomar decisiones polémicas en causas de alto
impacto mediático. La última, cuando días atrás, en el marco
de la investigación por la efedrina, citó a declarar a De
Narváez
![](http://www.lanacion.com.ar/anexos/fotos/50/999550.jpg)
El juez recorre con su dedo
índice el lomo del los libros desordenados en su biblioteca
hasta que encuentra el que buscaba. Lo abre en la página
marcada y, con tono grandilocuente, lee: "Para sobrevivir a
la tormenta la forma es no entrar en ella". Viniendo de
Federico Efraín Faggionato Márquez, titular del juzgado
federal de Zárate-Campana, parece una broma.
En el último año, este magistrado de 43 años, aviador en sus
ratos libres, tomó decisiones de alto impacto en causas de
lo más mediáticas y no guardó para nada un bajo perfil:
arrestó a un ruralista por la quema de pastizales en el
Tigre en plena pelea entre el Gobierno y el campo, montó un
operativo al estilo Hollywood en busca de un multimillonario
mexicano, detuvo al padre de uno de los galanes más famosos
de la televisión y complicó más que a nadie a Francisco De
Narváez, instalado ya como un referente de la oposición. "No
se va a despegar así nomás", dijo. Lo extraño es que De
Narváez no era acusado sino testigo. Se refería a la
megacausa que investiga la ruta de la efedrina.
Esta declaración resultó una buena carta para ganarse la
simpatía de los miembros kirchneristas del Consejo de la
Magistratura, cuerpo donde Faggionato ya hizo historia. Con
36 pedidos de juicio político tiene el récord: ningún otro
juez había reunido jamás tantas denuncias.
Las acusaciones son de lo más variadas. Desde integrar una
supuesta asociación ilícita con policías de la bonaerense
hasta haberse quedado con la cosecha de soja de un campo del
Consejo del Menor y la Familia, haber dejado morir en
prisión a un detenido que debía liberar y haberse
investigado a sí mismo en un expediente.
El 30 de abril presentó su defensa ante el Consejo de la
Magistratura, donde el kirchnerismo tiene un enorme poder.
A las pocas horas de aquella audiencia, se supo que el
juzgado de Zárate-Campana había citado a declarar a De
Narváez por llamadas hechas desde un teléfono que estaba a
su nombre y que tenían como destinatario a Mario Segovia,
acusado de ser "el rey de la efedrina".
La situación tomaba cada vez mayor voltaje político. Y esta
semana alcanzó niveles insospechados: Segovia dijo que el
juez lo había presionado para que comprometiera a De Narváez
y el propio ministro de Justicia, Aníbal Fernández, tomó
partido. Dijo que era "estúpido" creer algo así. "Es la
típica estrategia del narcotraficante: acusar al juez para
que deje la causa", se defendió Faggionato.
Mientras tanto, el bloque kirchnerista del Consejo busca
mostrarse aséptico. "Para nosotros él es uno más -dijo a LA
NACION Diana Conti-. Nos enteramos de que había citado a De
Narváez por los medios, ¿si goza por eso del favor del
oficialismo? Para nada."
Los detractores de Faggionato, que no son pocos en la
Justicia, lo acusaron también de haber vendido sentencias en
los tiempos del corralito, de demorar los expedientes y de
haberse enriquecido ilícitamente. Nada fue probado en los
tribunales.
Su respuesta es siempre idéntica: "Son todas represalias por
la lucha que este juzgado libra contra el narcotráfico".
Cuentan en el Consejo de la Magistratura que lo mismo dicen
quienes abogan por él. "Yo no vengo a defender a la Madre
Teresa de Calcuta... ni cerca. Será lo que sea, pero es un
cruzado contra la droga".
No será la Madre Teresa, pero estuvo cerca de ser sacerdote.
Cuando tenía 18 años decidió entrar en el seminario. "Mi
padre estaba preocupado. Finalmente me di cuenta de que no
tenía la vocación", dice Faggionato, con dos matrimonios en
su haber.
Hoy no es siquiera practicante, pero cuenta que en aquella
época tenía una fuerte militancia católica (militancia
política no tuvo jamás). Estaba terminando el secundario en
el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, del barrio de
Palermo, y dedicaba horas a componer canciones de misa. "El
gordo", como lo llamaban sus amigos, tocaba además la
guitarra eléctrica en Sanguíneo, una banda que tenía con sus
compañeros de colegio.
Contactos políticos
Faggionato nunca fue un estudiante destacado. En la
Facultad de Derecho de la UBA reprobó ocho finales y sólo
encaminó su carrera al final, cuando ya trabajaba en la
Cámara de Diputados, donde lo llevó su padre, que era
empleado de seguridad.
Su primer cargo fue de cadete en la oficina de pasajes,
dependencia de la que llegó a ser jefe. Cuando dejó el
Congreso, en 2001, ya era el apoderado de la Cámara (cuenta
que lo promovió el secretario administrativo de Diputados,
Alberto Balestrini, hoy vicegobernador bonaerense).
Entonces, Faggionato tenía, en paralelo, un estudio jurídico
especializado en derecho penal y ya daba clases en varias
facultades.
Fueron sus contactos en el Congreso los que le permitieron
dar el salto. El era un extraño para la familia judicial
cuando, en 2001, Fernando de la Rúa firmó el decreto que lo
nombró juez federal.
Cuentan en Tribunales que su padrino fue Darío Richarte, ex
número dos de la SIDE. Faggionato lo desmiente. "Me conocía
mucha gente y muchos me apoyaron para que me nombraran juez,
tanto del radicalismo como del peronismo", dijo.
El juzgado que recibió le daría un enorme poder: tiene
competencia sobre el puerto y la aduana. Investiga todo lo
referente al narcotráfico y los delitos ambientales. "Está
en la puerta del Mercosur. Y eso significa que por ahí pasan
causas con muchísimo dinero en juego", dijo, esbozando media
sonrisa, un camarista penal porteño.
El edificio del juzgado es de tal austeridad que cuesta creer
que adentro se acumulen causas millonarias. Es una vieja
casa de campo, con baldosas coloradas y un aljibe en el
centro. Para agrandarlo, Faggionato dispuso techar el patio
interior con chapas. Queda en Campana, en 25 de Mayo 483,
justo donde la calle se hace de tierra.
En total, tiene 21.000 causas en trámite. Además de casos de
narcotráfico y de delitos medioambientales, hay expedientes
por secuestros extorsivos y falsificación de marcas; cientos
de causas de derechos humanos y miles de juicios ejecutivos. "Y todo con 28 empleados", protesta Faggionato cuando le
recriminan atrasos. El juez le pidió a la Corte la creación
de 55 cargos más, que por ahora no le concedieron.
En el despecho de Faggionato los expedientes se apilan en
delicado equilibrio. Conviven con un montón de objetos. Hay
cruces, decenas de libros, una gran bandera argentina, fotos
con su familia (tiene tres hijos; dos varones del primer
matrimonio y una mujer del segundo), una reproducción de
Diego Rivera y una pequeña fuente de la que brota agua todo
el tiempo, apoyada sobre una columna estilo griego.
Carismático, inteligente y seguro de sí mismo,
Faggionato hace gala de su erudicción. En sus conversaciones
intercala citas de Roberto Fontanarrosa y Albert Einstein, y
recita letras de canciones que traduce del inglés (ese es
uno de sus pasatiempos favoritos). Quienes no lo quieren
dicen que es insoportablemente soberbio. "Lo cierto es que
soy arisco, poco social y muy analítico", responde él.
Uno de sus motivos de orgullo es haber sido el primer
abogado que sin haber trabajado jamás en la Justicia fue
designado juez luego de un concurso del Consejo de la
Magistratura, el mismo organismo que hoy lo tiene en la
mira.
La mayor parte de las denuncias las presentaron
sus superiores de la Cámara de San Martín y los fiscales
Pablo Quiroga y Orlando Bosca. Están divididas en tres
grandes expedientes. El primero investiga el episodio de la
soja. Faggionato tenía bajo administración judicial un
terreno que pertenecía al Consejo Nacional del Menor y la
Familia, y había sido usurpado. Según la denuncia, ordenó
levantar la cosecha y se quedó con parte de lo producido.
El juez ordenó que se ocuparan de la cosecha dos
comisarios, Roberto Anauatti y Fabio Bloise, que terminaron
exonerados de la Policía. Faggionato, Anauatti y Bloise
están acusados, además, de asociación ilícita. En el marco
del caso de la soja se le endilga, además, haberse
autoinvestigado. En ese mismo megaexpediente, está acusado
de no haber cumplido la orden de liberar al detenido que
finalmente murió y de haber visitado a un imputado en la
cárcel, haberle dicho que él no quería que estuviera preso y
haberle entregado su tarjeta personal.
El segundo de los procesos contra Faggionato es por las
demoras en el trámite de las causas. Casi todas las
denuncias son del fiscal Quiroga, de la Cámara de San
Martín, quien no respondió a los llamados de LA NACION para
hablar sobre el tema.
El tercero comenzó con una denuncia de los consejeros
Ernesto Sanz (UCR) y Carlos Kunkel (FPV), que recogieron una
noticia periodística. El 17 de noviembre, la Policía Federal
realizó un allanamiento por orden de la justicia de Tres de
Febrero en San Miguel. Cuando llegó al galpón, donde había
750 kilos de cocaína, encontró a efectivos de la bonaerense
junto a dos presuntos narcotraficantes mexicanos que
terminaron detenidos.
De acuerdo con la investigación, los policías sorprendidos
dijeron que estaban haciendo un procedimiento para
Faggionato, en busca de efedrina. La orden de allanamiento
sólo apareció después, cuando la mandó por fax un
funcionario del juzgado de Zárate-Campana, explicaron en el
Consejo.
Los dos primeros expedientes los tramita el
radical Ernesto Sanz, principal impulsor de la destitución
de Faggionato; el tercero, el representante de los jueces
Luis María Cabral. No obstante, cuando llegue el momento de
decidir, la suerte de Faggionato dependerá del kirchnerismo.
Desde la reforma del Consejo de la Magistratura, ningún juez
puede ser sometido a juicio político sin el voto de al menos
uno de los cinco consejeros oficialistas.
Nota de
Paz Rodríguez Niell, en el diario La Nación.