EL MINISTRO DEL INTERIOR,
junto CON “EL JUEZ DE LA EFEDRINA”,
INTERVIENE EN LAS ELECCIONES!!

18 de Mayo de 2009

Apoyo oficial al juez acusado de perjudicar a De Narváez

Aníbal Fernández dijo que es "estúpido" pensar que Faggionato presionó a un preso


Faggionato Márquez, juez federal de Zárate Campana Foto: Archivo

El Gobierno cerró filas ayer con el juez federal de Zárate Campana, Federico Faggionato Márquez. Tanto el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, como el magistrado restaron credibilidad a la denuncia de un preso por tráfico de efedrina, Mario Segovia, que había asegurado que Faggionato Márquez lo había presionado para involucrar en el narcotráfico al candidato a diputado nacional por Unión Pro Francisco de Narváez.

"Son estupideces que quiere plantar para mejorar la performance, o como diría Discépolo: «En el mismo lodo todos manoseados»", dijo Fernández. Además, advirtió: "[Las declaraciones de Segovia] hay que ponerlas en el lugar que corresponda y no tratar de emparejar a todo el mundo por los dichos de un narcotraficante".

Segovia, patrocinado por el abogado Mariano Cúneo Libarona, denunció que Faggionato Márquez le había ofrecido mejorar su situación procesal y beneficiar a su padre y a su cuñado, prófugos en la causa, si ligaba a De Narváez con las drogas, tal como informó LA NACION en su edición de ayer.

De Narváez aparece mencionado en la causa del juez Faggionato Márquez porque se detectaron cuatro comunicaciones desde un teléfono a su nombre a uno de Segovia. El candidato dijo que ese aparato estaba en poder de Danilo Coronel, empleado suyo de un establecimiento rural. Ayer, el peón declaró como testigo ante Faggionato Márquez. Dijo no conocer a Segovia ni recordar haber hecho esas llamadas. Fernández insistió en que, a raíz de esas llamadas, De Narváez "va a tener que declarar; no tiene otro remedio".

Lo cierto es que ya lo hizo mediante un escrito presentado hace una semana en el que aportó los datos sobre Coronel. El juez intentó quitar seriedad a las denuncias de Segovia. Dijo que son "un invento payasesco".

Ratificó, en cambio, que "es un hecho" que hubo llamadas de Segovia en 2006 a teléfonos "de la flota" de De Narváez, aunque aclaró que el candidato es sólo "un testigo" y no un imputado en la causa. En realidad las llamadas son en sentido contrario, desde el celular que usaba Danilo Coronel al de Segovia. Anoche el juez aclaró que se había confundido.

La denuncia de Segovia quedó radicada en la Cámara Federal de San Martín y en el Consejo de la Magistratura, donde está siendo investigada la conducta de Faggionato Márquez. "No permitiría que alguien involucrara a otra persona forzadamente, habría que medir la credibilidad de estas declaraciones. Es un poquito payasesco", afirmó el juez.

El magistrado admitió que puede "haber gente que quiera aprovecharse" de titulares en los medios vinculando al empresario con la efedrina, pero subrayó que "de una manera u otra, le guste a quien le guste, el diputado De Narváez, por lo que se ve en las proyecciones, va a renovar su banca" en la Cámara baja.

Sus dichos distan mucho de los que hizo la semana pasada, cuando afirmó que la presentación del empresario en su juzgado era "estéril". "No se despega así nomás", había dicho el juez.

Reconoció, no obstante, que el 5 de mayo pasado hubo una audiencia con Segovia en su juzgado, pero comentó que se había tratado de una ampliación de su declaración indagatoria y que no se había hablado allí del candidato a diputado nacional bonaerense.

En todo caso, señaló que las denuncias en su contra son casi gajes de su oficio cuando se investiga a narcotraficantes.

El que defendió a De Narváez fue su socio en la alianza electoral Mauricio Macri, que reclamó jueces independientes. Sostuvo que la gente reclamará en los próximos comicios la "independencia de los jueces", para que no ocurran más denuncias como las de Segovia.  "Frente a casos como ésos, la gente se pregunta: «¿En qué país estoy?» Y se responde: "No quiero este país así, quiero una justicia independiente", dijo Macri.

Y añadió: "La sociedad quiere un país ordenado que no dé lugar a denuncias como se ve en la tapa de LA NACION, donde todos sabemos que Francisco no tiene nada que ver con la efedrina. Y lo que es grave es que Segovia, un acusado, entra en el tema para decir que «el juez me aprieta» para que ponga a De Narváez como imputado".

Lejos de la polémica, Segovia, en prisión, prepara una ampliación de la denuncia contra el juez, por supuestas maniobras irregulares. Hernán Cappiello, en su nota para el diario La Nación.
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Federico Faggionato Márquez, un juez en la campaña

El magistrado que acumula el récord de 36 pedidos de juicio político cobró notoriedad al tomar decisiones polémicas en causas de alto impacto mediático. La última, cuando días atrás, en el marco de la investigación por la efedrina, citó a declarar a De Narváez

El juez recorre con su dedo índice el lomo del los libros desordenados en su biblioteca hasta que encuentra el que buscaba. Lo abre en la página marcada y, con tono grandilocuente, lee: "Para sobrevivir a la tormenta la forma es no entrar en ella". Viniendo de Federico Efraín Faggionato Márquez, titular del juzgado federal de Zárate-Campana, parece una broma.

En el último año, este magistrado de 43 años, aviador en sus ratos libres, tomó decisiones de alto impacto en causas de lo más mediáticas y no guardó para nada un bajo perfil: arrestó a un ruralista por la quema de pastizales en el Tigre en plena pelea entre el Gobierno y el campo, montó un operativo al estilo Hollywood en busca de un multimillonario mexicano, detuvo al padre de uno de los galanes más famosos de la televisión y complicó más que a nadie a Francisco De Narváez, instalado ya como un referente de la oposición. "No se va a despegar así nomás", dijo. Lo extraño es que De Narváez no era acusado sino testigo. Se refería a la megacausa que investiga la ruta de la efedrina.

Esta declaración resultó una buena carta para ganarse la simpatía de los miembros kirchneristas del Consejo de la Magistratura, cuerpo donde Faggionato ya hizo historia. Con 36 pedidos de juicio político tiene el récord: ningún otro juez había reunido jamás tantas denuncias.

Las acusaciones son de lo más variadas. Desde integrar una supuesta asociación ilícita con policías de la bonaerense hasta haberse quedado con la cosecha de soja de un campo del Consejo del Menor y la Familia, haber dejado morir en prisión a un detenido que debía liberar y haberse investigado a sí mismo en un expediente.

El 30 de abril presentó su defensa ante el Consejo de la Magistratura, donde el kirchnerismo tiene un enorme poder.

A las pocas horas de aquella audiencia, se supo que el juzgado de Zárate-Campana había citado a declarar a De Narváez por llamadas hechas desde un teléfono que estaba a su nombre y que tenían como destinatario a Mario Segovia, acusado de ser "el rey de la efedrina".

La situación tomaba cada vez mayor voltaje político. Y esta semana alcanzó niveles insospechados: Segovia dijo que el juez lo había presionado para que comprometiera a De Narváez y el propio ministro de Justicia, Aníbal Fernández, tomó partido. Dijo que era "estúpido" creer algo así. "Es la típica estrategia del narcotraficante: acusar al juez para que deje la causa", se defendió Faggionato.

Mientras tanto, el bloque kirchnerista del Consejo busca mostrarse aséptico. "Para nosotros él es uno más -dijo a LA NACION Diana Conti-. Nos enteramos de que había citado a De Narváez por los medios, ¿si goza por eso del favor del oficialismo? Para nada."

Los detractores de Faggionato, que no son pocos en la Justicia, lo acusaron también de haber vendido sentencias en los tiempos del corralito, de demorar los expedientes y de haberse enriquecido ilícitamente. Nada fue probado en los tribunales.

Su respuesta es siempre idéntica: "Son todas represalias por la lucha que este juzgado libra contra el narcotráfico". Cuentan en el Consejo de la Magistratura que lo mismo dicen quienes abogan por él. "Yo no vengo a defender a la Madre Teresa de Calcuta... ni cerca. Será lo que sea, pero es un cruzado contra la droga".

No será la Madre Teresa, pero estuvo cerca de ser sacerdote. Cuando tenía 18 años decidió entrar en el seminario. "Mi padre estaba preocupado. Finalmente me di cuenta de que no tenía la vocación", dice Faggionato, con dos matrimonios en su haber.

Hoy no es siquiera practicante, pero cuenta que en aquella época tenía una fuerte militancia católica (militancia política no tuvo jamás). Estaba terminando el secundario en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, del barrio de Palermo, y dedicaba horas a componer canciones de misa. "El gordo", como lo llamaban sus amigos, tocaba además la guitarra eléctrica en Sanguíneo, una banda que tenía con sus compañeros de colegio.

Contactos políticos

Faggionato nunca fue un estudiante destacado. En la Facultad de Derecho de la UBA reprobó ocho finales y sólo encaminó su carrera al final, cuando ya trabajaba en la Cámara de Diputados, donde lo llevó su padre, que era empleado de seguridad.

Su primer cargo fue de cadete en la oficina de pasajes, dependencia de la que llegó a ser jefe. Cuando dejó el Congreso, en 2001, ya era el apoderado de la Cámara (cuenta que lo promovió el secretario administrativo de Diputados, Alberto Balestrini, hoy vicegobernador bonaerense). Entonces, Faggionato tenía, en paralelo, un estudio jurídico especializado en derecho penal y ya daba clases en varias facultades.

Fueron sus contactos en el Congreso los que le permitieron dar el salto. El era un extraño para la familia judicial cuando, en 2001, Fernando de la Rúa firmó el decreto que lo nombró juez federal.

Cuentan en Tribunales que su padrino fue Darío Richarte, ex número dos de la SIDE. Faggionato lo desmiente. "Me conocía mucha gente y muchos me apoyaron para que me nombraran juez, tanto del radicalismo como del peronismo", dijo.

El juzgado que recibió le daría un enorme poder: tiene competencia sobre el puerto y la aduana. Investiga todo lo referente al narcotráfico y los delitos ambientales. "Está en la puerta del Mercosur. Y eso significa que por ahí pasan causas con muchísimo dinero en juego", dijo, esbozando media sonrisa, un camarista penal porteño.

El edificio del juzgado es de tal austeridad que cuesta creer que adentro se acumulen causas millonarias. Es una vieja casa de campo, con baldosas coloradas y un aljibe en el centro. Para agrandarlo, Faggionato dispuso techar el patio interior con chapas. Queda en Campana, en 25 de Mayo 483, justo donde la calle se hace de tierra.

En total, tiene 21.000 causas en trámite. Además de casos de narcotráfico y de delitos medioambientales, hay expedientes por secuestros extorsivos y falsificación de marcas; cientos de causas de derechos humanos y miles de juicios ejecutivos. "Y todo con 28 empleados", protesta Faggionato cuando le recriminan atrasos. El juez le pidió a la Corte la creación de 55 cargos más, que por ahora no le concedieron.

En el despecho de Faggionato los expedientes se apilan en delicado equilibrio. Conviven con un montón de objetos. Hay cruces, decenas de libros, una gran bandera argentina, fotos con su familia (tiene tres hijos; dos varones del primer matrimonio y una mujer del segundo), una reproducción de Diego Rivera y una pequeña fuente de la que brota agua todo el tiempo, apoyada sobre una columna estilo griego.

Carismático, inteligente y seguro de sí mismo, Faggionato hace gala de su erudicción. En sus conversaciones intercala citas de Roberto Fontanarrosa y Albert Einstein, y recita letras de canciones que traduce del inglés (ese es uno de sus pasatiempos favoritos). Quienes no lo quieren dicen que es insoportablemente soberbio. "Lo cierto es que soy arisco, poco social y muy analítico", responde él.

Uno de sus motivos de orgullo es haber sido el primer abogado que sin haber trabajado jamás en la Justicia fue designado juez luego de un concurso del Consejo de la Magistratura, el mismo organismo que hoy lo tiene en la mira.

La mayor parte de las denuncias las presentaron sus superiores de la Cámara de San Martín y los fiscales Pablo Quiroga y Orlando Bosca. Están divididas en tres grandes expedientes. El primero investiga el episodio de la soja. Faggionato tenía bajo administración judicial un terreno que pertenecía al Consejo Nacional del Menor y la Familia, y había sido usurpado. Según la denuncia, ordenó levantar la cosecha y se quedó con parte de lo producido.

El juez ordenó que se ocuparan de la cosecha dos comisarios, Roberto Anauatti y Fabio Bloise, que terminaron exonerados de la Policía. Faggionato, Anauatti y Bloise están acusados, además, de asociación ilícita. En el marco del caso de la soja se le endilga, además, haberse autoinvestigado. En ese mismo megaexpediente, está acusado de no haber cumplido la orden de liberar al detenido que finalmente murió y de haber visitado a un imputado en la cárcel, haberle dicho que él no quería que estuviera preso y haberle entregado su tarjeta personal.

El segundo de los procesos contra Faggionato es por las demoras en el trámite de las causas. Casi todas las denuncias son del fiscal Quiroga, de la Cámara de San Martín, quien no respondió a los llamados de LA NACION para hablar sobre el tema.

El tercero comenzó con una denuncia de los consejeros Ernesto Sanz (UCR) y Carlos Kunkel (FPV), que recogieron una noticia periodística. El 17 de noviembre, la Policía Federal realizó un allanamiento por orden de la justicia de Tres de Febrero en San Miguel. Cuando llegó al galpón, donde había 750 kilos de cocaína, encontró a efectivos de la bonaerense junto a dos presuntos narcotraficantes mexicanos que terminaron detenidos.

De acuerdo con la investigación, los policías sorprendidos dijeron que estaban haciendo un procedimiento para Faggionato, en busca de efedrina. La orden de allanamiento sólo apareció después, cuando la mandó por fax un funcionario del juzgado de Zárate-Campana, explicaron en el Consejo.

Los dos primeros expedientes los tramita el radical Ernesto Sanz, principal impulsor de la destitución de Faggionato; el tercero, el representante de los jueces Luis María Cabral. No obstante, cuando llegue el momento de decidir, la suerte de Faggionato dependerá del kirchnerismo. Desde la reforma del Consejo de la Magistratura, ningún juez puede ser sometido a juicio político sin el voto de al menos uno de los cinco consejeros oficialistas.  Nota de Paz Rodríguez Niell, en el diario La Nación.